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CARTA AL V CONGRESO MUNDIAL
DE INSTITUTOS SECULARES

CARDENAL ÁNGELO SODANO, ROMA 1992
(CONTIENE MENSAJE DE S.S. JUAN PABLO II)

    El lema del V Congreso Mundial de los Institutos Seculares, celebrado en 1992, “Los Institutos Seculares y la evangelización”, dio pie al Cardenal Sodano para resaltar el acierto de abordar este tema en el marco de un empeño global de la Iglesia como tal a favor de la nueva evangelización, cuya cumbre consiste en la conversión del corazón a Dios en su doble vertiente de retorno a Dios y disponibilidad hacia los hermanos.

    La nueva evangelización debe tener en cuenta las profundas transformaciones sociales y culturales que a menudo la dificultan. Precisamente en este campo los Institutos Seculares, con su consagración nueva y original en medio de las realidades temporales, tienen un papel muy importante que cumplir.

    Mas para lograr tal fin, es necesario un nuevo ardor, una aspiración cada vez más ardiente a la santidad, sin la cual no hay fecundidad apostólica. Y son necesarios también nuevos métodos, especialmente el recurso a los nuevos medios de comunicación social que ofrece el progreso técnico.

    Ahora bien, para no errar el camino, los Institutos Seculares deben actuar en profunda comunión con la Iglesia. Y el mismo servicio al mundo, que adquiere múltiples modalidades (tales como el testimonio de vida, el diálogo y la militancia, el contacto personal, el servicio escondido, la presencia individual y comunitaria, el anuncio y la denuncia profética, la defensa de la verdad y el testimonio del amor), ha de ser siempre un signo del Dios vivo y ha de ser creador de una cultura de la solidaridad humana.

    Termina el documento exhortando a los Institutos Seculares a estar presentes en los nuevos areópagos humanos para también en ellos, de palabra y con hechos, anunciar el Evangelio.

Contenido del documento

    Señor Cardenal:

    El Santo Padre, informado de la celebración del V Congreso Mundial de los Institutos Seculares, me ha encargado trasmita su saludo cordial a los organizadores y a todos los participantes en ese Encuentro.

    Ante todo, Su Santidad manifiesta su agrado por la elección del tema: “Los Institutos Seculares y la evangelización hoy”, que se enmarca oportunamente en el amplio empeño de la Iglesia a favor de la promoción de la nueva evangelización. Se trata de un proceso de gracia, que alcanza su culmen en la conversión del corazón, siempre necesaria, entendida como retorno a Dios, Padre providencial y misericordioso, y como disponibilidad hacia los hermanos, que esperan comprensión, amor y anuncio solidario de la Palabra revelada.

    La misión evangelizadora de la Iglesia debe tener en cuenta hoy, las profundas transformaciones culturales y sociales de nuestro tiempo que, con frecuencia, más que favorecer la acción misionera, pueden dificultarla. Los miembros de los Institutos Seculares son conscientes de esos desafíos, que están llamados a afrontar, porque han recibido el don de una «forma de consagración nueva y original, sugerida por el Espíritu Santo para ser vivida en medio de las realidades temporales y para inocular la fuerza de los consejos evangélicos –los valores divinos y eternos– en medio de los valores humanos y temporales».

    El Espíritu Santo les ha concedido la gracia de configurarse más radicalmente a Jesús, en el camino que recorrió para reconciliar a los hombres, derribar el muro de enemistad (cfr. Ef. 2, 14) y recrear la nueva humanidad. Para realizar plenamente todo esto se requiere un nuevo ardor; es necesario que los Institutos Seculares se comprometan denodadamente a testimoniar la novedad del Evangelio. Sin una correspondencia más ardiente a la llamada a la santidad para comunicar el Evangelio de la paz al mundo que se dispone a entrar en el nuevo milenio, todo esfuerzo se reduciría a un intento sin eficacia apostólica. También los métodos para comunicar la novedad del Evangelio al mundo deben ser nuevos. A este propósito, los miembros de los Institutos Seculares deben abrirse a las nuevas formas de comunicación que les ofrece el progreso de la técnica. Pero no hay que olvidar que también la comunicación tiene que adecuarse a la novedad que está llamada a difundir. Tiene que distinguirse por su sencillez evangélica y por su propuesta gratuita (cfr. Mt 10, 8), a fin de favorecer una respuesta libre, responsable y gozosa.

    La experiencia de la búsqueda y del encuentro personal con el Dios vivo es lo más valioso que se puede ofrecer a los hombres. No cabe duda de que la llamada a la santidad es la raíz de la llamada a la nueva evangelización. Ésta exige una profunda comunión eclesial, que empieza en el seno de los mismos Institutos y se amplía en una comunión afectiva y efectiva con todo el pueblo de Dios. El Santo Padre Juan Pablo II expresó claramente la estrecha relación que existe entre la construcción de la comunidad cristiana y el servicio al mundo, en la exhortación apostólica “Christifideles Laici”, precisamente en el párrafo en el que afirma: «Ciertamente urge en todas partes rehacer el entramado cristiano de la sociedad humana. Pero la condición es que se rehaga la cristiana trabazón de las mismas comunidades eclesiales».

    Pero la nueva evangelización exige también un servicio al mundo. Los modos de realización, según las vocaciones particulares y las necesidades concretas, son múltiples: el testimonio de vida, el diálogo y la militancia, el contacto personal, el servicio escondido, la presencia individual y comunitaria, el anuncio y la denuncia profética, la defensa de la verdad y el testimonio del amor. Es importante que en un mundo marcado por la cultura de la muerte, pero que anhela también los valores del Espíritu, los Institutos Seculares sean capaces de ser signos del Dios vivo y artífices de la cultura de la solidaridad cristiana.

    Por tanto, el Santo Padre exhorta a todos a continuar por ese camino, a aumentar las múltiples iniciativas de animación cristiana y a no temer presentarse en los diversos areópagos modernos para proclamar allí, con las palabras y los hechos, la buena nueva del Evangelio. El compromiso a favor de la paz y el desarrollo de los pueblos, la defensa de los derechos humanos, la promoción de la mujer y la educación de los jóvenes son algunos de estos areópagos del mundo moderno, en los que los Institutos Seculares deben sentirse comprometidos.

    Con estos deseos de felicidad, invocando la protección de María Santísima, Reina de los Apóstoles y Estrella de la evangelización, sobre todos los participantes en el Congreso y todos los miembros de los Institutos Seculares, el Sumo Pontífice imparte de corazón la implorada bendición apostólica, propiciadora de los más abundantes favores celestiales.

    Aprovecho gustoso la oportunidad para reafirmarle mis sentimientos de profunda estima.

    De vuestra eminencia reverendísima devotísimo en el Señor.
 

    Cardenal Ángelo Sodano
    Secretario de Estado.

    Roma 1992.
 

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